Link a la nota original en la Revista Estrategas

Es cada vez más común ver empresas que implementan modelos de gestión integral de sus riesgos. Si bien es cierto que todos, tanto personas como empresas, realizamos algún tipo de gestión de nuestros riesgos, en los últimos años hemos comenzado a ver modelos de gestión integrados. Para esto, es necesario un modelo que incluya la identificación, definición y medición de los riesgos, la identificación de sus determinantes con sus correspondientes indicadores, y la definición y análisis de las acciones de mitigación correspondientes. Éstas, persiguen dos objetivos: bajar la probabilidad de ocurrencia de un evento riesgoso, y/o bajar el impacto en caso de que éste ocurra. Para lograrlo, se suelen usar tres tipos de instrumentos: (i) coberturas operativas; (ii) pólizas de seguros; (iii) instrumentos derivados. Como podemos ver, la industria del seguro es un jugador sumamente importante en la gestión de los riesgos de sus clientes. Vamos a hacer un breve diagnóstico sistémico del funcionamiento el sector del seguro buscando oportunidades de mejora.

El Sector y su Funcionamiento

Hablamos del sector de seguros con un enfoque sistémico y nos referimos a: 1) las compañías de seguros, las compañías de reaseguro, y los brokers y productores; 2) los asegurados, que incluyen departamentos de administración y finanzas, compras, o seguros de las empresas; 3) el gobierno, que actúa de manera directa a través del ente regulador, e indirecta a través de la normativa general y el clima de negocios que instaura en el país; 4) las entidades educativas, que, a través de sus programas de formación, genera una masa de profesionales que operan en (y con) el sector.

Tal como está funcionando hasta ahora, el mercado de seguros presenta algunas oportunidades de mejora, en esta nota nos enfocaremos en tres de ellas: (i) falta de asesoramiento de las aseguradoras y el canal en la gestión de los riesgos de los clientes; (ii) la inconsistencia entre el riesgo asumido por la aseguradora y el precio pagado por el usuario; (iii) la falta de productos que aseguren los riesgos emergentes de la nueva economía. En los tres párrafos que siguen expandimos brevemente los tres conceptos.

Varias de las pólizas contratadas por los asegurados reflejan su falta de conocimiento respecto de sus riesgos y coberturas, y la falta de asesoramiento por parte de la aseguradora y su canal. A modo de ejemplo, según un estudio de Leza Escriña y Asociados realizado durante 2018, en promedio, los edificios se encuentran asegurados contra incendio por un valor que representa el 57,8% de su valor de reconstrucción a nuevo.[i] Este valor refleja un nivel de infraseguro promedio del 42,2%, esto implica que casi la mitad de los siniestros no tendría la cobertura adecuada, y es probable que el asegurado ni siquiera sea consciente de esto. Un buen asesor no debería dejar que sus clientes estén asumiendo un riesgo sin saberlo.

Por otro lado, no debería ocurrir que dos personas con diferentes hábitos de manejo, en cantidad de kilómetros recorridos, o que transitan por zonas de diferente nivel de riesgo, paguen el mismo precio por la póliza de seguro de su auto. O, que una persona que sea único conductor de varios vehículos, pague una póliza por cada uno siendo que no los usa simultáneamente. O que dos personas con diferentes hábitos alimenticios o de estilo de vida, tengan el mismo costo por su seguro de vida o el seguro médico. En todos estos casos, la tecnología y las herramientas que nos permiten medir los datos necesarios para ajustar las pólizas al nivel de riesgo adecuado están disponibles, pero el sector no las usa, ya sea por desidia, porque no lo juzga conveniente, o porque el consumidor no lo exige. Un mercado eficiente debería ser capaz de definir el precio adecuado al riesgo asumido por el asegurado; cuanto más ineficiente el mercado, mayores posibilidades de desvíos.

Vivimos además en un mundo en constante cambio que nos regala la aparición constante de nuevos riesgos, muchos de ellos relacionandos con la ciber seguridad, los activos intangibles, etc.; sin embargo, la aparición de nuevas pólizas, es lenta y cuesta mucho asegurar de manera eficiente los riesgos emergentes.

Las Compañías de Seguros y su Canal

En general, las empresas de seguros (y su canal) parecen más vendedores de pólizas que asesores de riesgo.  En el mundo hay una gran asimetría de conocimiento respecto de los riesgos que asumen las empresas y las personas, y es muy importante que haya un trabajo de asesoramiento en cuanto a su gestión. El productor de seguros debe saber asesorar, conociendo el perfil de sus clientes, su aversión al riesgo, su capacidad de absorber pérdidas, y su perfil financiero general. Debe ser capaz de convertirse en un consejero y asesor, y no en un mero vendedor de pólizas. Es indispensable que haya un trabajo de medición de riesgos más detallado, en donde cada usuario pague por su riesgo real, y las compañías de seguros generen productos más adecuados para mitigar los riesgos de sus clientes. 

Los Usuarios de Seguros

Vemos una gran disparidad en el tratamiento de los seguros en las empresas. Algunas cuentan con sectores especializados con muy buen nivel de análisis, pero en otras, los seguros son manejados directamente por algún funcionario del departamento de compras sin ninguna preparación especial respecto del análisis de las pólizas y el nivel de riesgo que la empresa quiere asumir. En las personas físicas el panorama no es mejor. Es más, difícilmente podamos encontrar asegurados que tengan una respuesta a la pregunta: ¿cuánto riesgo queremos asumir? Si el usuario no se hace esa pregunta, no va a poder exigir la cobertura adecuada. Dada actual eficiencia del mercado, tampoco es claro que, aun sabiendo el nivel de riesgo que se busca asumir, vaya a conseguir la póliza adecuada; un mercado poco exigente redunda en un sector poco sofisticado.

El Gobierno

El gobierno marca la cancha. Lo hace de manera directa a través del ente regulador del mercado de los seguros, y de manera indirecta a través del clima de negocios, las leyes, y las medidas que tienen un impacto en la situación económica y social, etc.

Un ente regulador, a través de sus normativas, influye en la credibilidad del sector; debe asegurar su solvencia para garantizar el cumplimiento de las obligaciones futuras, puede fomentar la creación o desaparición de compañías, la aparición de nuevas pólizas y nuevas prácticas que simplifican trámites y mejoran la relación de los usuarios con las empresas, etc.

Las políticas generales de un gobierno, también impactan en el sector. La cultura de los consumidores, la existencia de un mercado de capitales, la tasa de inflación, la estabilidad del tipo de cambio, la eficiencia del sistema judicial, entre otras cosas, son variables que afectan la eficiencia de un mercado asegurador.

El Sistema Educativo

El sistema educativo tiene su responsabilidad, hay pocos cursos especializados en seguros, y en las carreras, de grado o posgrado, de ciencias empresariales prácticamente no se dicta la temática. No suele haber muchos cursos específicos de seguros en la carrera de administración de empresas ni en los principales programas master en administración de empresas (MBA).

Es interesante observar que la mayoría de los profesionales que terminan trabajando en la industria del seguro, no cuentan con estudios específicos del sector, sino que son trasplantados al mismo.

Algunas Reflexiones Finales

Esta problemática debe ser resuelta por el sector asegurador de manera integral. Es necesario que el sistema educativo comience a generar conocimientos tanto en los clientes, como en los empresarios y funcionarios del sector, para que comprendan cabalmente el nivel de riesgo asumido por cada eslabón de la cadena de valor. El gobierno, a partir de sus políticas, tanto directas como indirectas, debe fomentar un mercado asegurador eficiente y útil para que las empresas puedan transferir sus riesgos. Finalmente, las empresas del sector deben comprender y asumir su rol como asesores estratégicos de la gestión de los riesgos de sus clientes. Deberían lograr asesorarlos respecto de cuál es el nivel de riesgo que deberían asumir internamente y el que deben transferir a terceros. No debemos soslayar tampoco el problema de la comunicación que se genera cuando los profesionales del sector hablan con los usuarios, en términos técnicos, generando una barrera difícil de superar.

Si el sector actual no logra enfocar sus esfuerzos y no logra convertirse en el socio en la gestión de riesgo de los agentes económicos, deja un campo fértil para la aparición de nuevas empresas que podrían tener un camino allanado para generar una reconversión disruptiva del sector.


[i] El informe está disponible en: https://www.lea-global.com/uploads/circulares/2019/05/circular-01-19-encuesta-infraseguro_.pdf