En este día del padre amanecimos con algo raro e inesperado.  Al lluvioso fin de semana se le agregaba un nuevo condimento; un corte de luz.  No sabíamos bien que pasaba, las redes sociales nos informaban que no era un problema de nuestra casa o nuestro barrio sino algo más serio.  No había información oficial; sólo oscuridad. Todo el país sin luz, y para completarla, un par de países limítrofes seriamente afectados y sin saber hasta cuándo.  Ahora, ya con luz, vemos muchos artículos ensayando un análisis de lo ocurrido, y buscando causas y responsables.

Quisiera, por un momento, reflexionar respecto de la importancia de tener un modelo de gestión de riesgos funcionando en cualquier organización.  Lo que ocurrió es inesperado, y esa es justamente la característica de los eventos de riesgo e incertidumbre.  Algo que no esperamos que vaya a ocurrir, es más, la misma naturaleza humana tiende a minimizar las probabilidades de ocurrencia de eventos no deseados.  Pero la realidad nos muestra que esos eventos ocurren, y con mayor frecuencia de la que nos gustaría.  El evento puede ser un corte de luz, una falla en el funcionamiento de una red de telefonía, una falla en suministro de gas, un accidente aéreo o ferroviario, una caída de un puente, un derrame de sustancias tóxicas, o tantos otros eventos que ocurrieron recientemente.  Un buen modelo de gestión de riesgos ayuda a que estos eventos tengan menos probabilidad de ocurrencia o que, en caso de ocurrir, tengan un impacto menor.

El proceso inicia con la identificación de los riesgos, un tema no menor, ya que, un riesgo que no está identificado en el mapa de riesgos se vuelve invisible.  Deberemos también encontrar los determinantes de cada riesgo; esto implica la identificación de aquellos factores que hacen que el evento se pueda materializar.  Para no llegar siempre tarde a los eventos, es fundamental para hacer un seguimiento sistemático de cada determinante a través de una serie de indicadores específicos.  De esta manera, cuando un indicador (por ejemplo, cantidad de mm/h llovidos en una determinada región) nos indica un aumento de peligro de ocurrencia de un evento no deseado, será el momento de tomar medidas.  Las medidas a tomar son los famosos mitigantes de un riesgo, medidas tendientes a bajar la probabilidad de ocurrencia o el impacto de un evento.  Los mitigantes de cada riesgo tienen que estar definidos y preparados en todo momento, para que, en el instante en que se necesiten, no haya dudas ni demoras en su implementación.

El comité de riesgo de la organización tiene que tener actualizado este proceso de análisis y acción, para poder bajar la probabilidad de ocurrencia de eventos no deseados o bajar su nivel de impacto cuando sean inevitables.  No quiero entrar en detalles sobre el evento de este fin de semana ni en la actuación de las partes involucradas, sería temerario de mi parte, dado que aún se siguen averiguando las causas, y no soy –ni de cerca- un experto en energía, pero sí quisiera aprovechar el evento ocurrido para que tomemos una mayor consciencia de la importancia de hacer una gestión profesional y anticipada de nuestros riesgos.