Este artículo se publicó en el Numero 198 de la Revista Estrategas.

Uno de los riesgos más acuciantes de las empresas, especialmente aquellas que operan en mercados financieros poco eficientes, es el riesgo de liquidez.  Lo podemos definir como la probabilidad de no conseguir los fondos suficientes para hacer frente a los pagos para mantener la operación funcionando, y para financiar las inversiones necesarias.

El financiamiento de la empresa se refleja en el estado patrimonial o balance, más específicamente lo vemos en su lado derecho, donde se ven los fondos aportados por terceros (deuda) y los fondos aportados por los accionistas (capital propio).  Las inversiones que la empresa ha realizado con esos fondos, los activos, se muestran del lado izquierdo del balance, en donde encontramos dos tipos de activos: activos fijos y activos operativos.  Los activos fijos son aquellos activos, normalmente bienes muebles o inmuebles que son necesarios para que la compañía pueda comenzar a operar, por ejemplo, las maquinarias, los edificios, y los vehículos, entre otros.  Los activos operativos, por otro lado, son todos aquellos activos relacionados con la operación de la empresa; la inversión en inventarios de materia prima, productos en proceso y productos terminados, la financiación a los clientes y la necesidad de tener liquidez en la caja, son los principales activos operativos de las empresas.[1] 

Las empresas necesitan fondos para hacer frente a: (i) los gastos derivados de la operación, los que se ven en el cuadro de resultados, y, (ii) a las inversiones en activos, que se ven en el balance.  Normalmente los gastos operativos son bastante conocidos por los empresarios por lo que no nos detendremos mucho en ellos.  En donde suelen aparecer más dificultades es en el nivel de las inversiones, y más específicamente en las inversiones operativas, es decir la inversión en clientes e inventarios.  Es decir, los principales problemas de liquidez de las empresas, incluso aquellas que son rentables, suelen venir de un mal manejo de las inversiones en activos operativos.  Es interesante notar que, el crecimiento de los activos operativos deriva directamente del nivel de actividad de la empresa; cuanto más nivel de ventas (i.e. más volumen o más precio), o cuando mayores condiciones comerciales u operativas (i.e. días de crédito a clientes o días de inventarios), mayor nivel de activos corrientes.

Cuando una compañía, ya sea grande o pequeña, piensa en una inversión en un activo fijo, digamos por ejemplo una renovación de una maquinaria, sus directivos suelen hacerse, al menos dos preguntas fundamentales: (1) ¿tengo acceso a los fondos necesarios? y (2) ¿vale la pena hacer la inversión (pregunta que los financistas reformulamos preguntándonos si la inversión es rentable)?  Ambas preguntas pueden tener diferentes niveles de análisis y de profundidad, pero raramente alguien se embarque en una inversión en activos fijos sin cuestionarse estos dos puntos.  En el caso de las inversiones operativas, sin embargo, y como explico en mi artículo Las Inversiones Sin Querer, escrito hace más de una década, es muy raro ver el mismo nivel de análisis. Por alguna razón, una gran cantidad de empresas (grandes o pequeñas) tiene problemas para hacer un adecuado análisis de sus inversiones en activos operativos. Lo que termina ocurriendo es que en las empresas se votan, o aceptan, planes de crecimiento agresivo, que requieren una fuerte inversión en clientes e inventarios, que no fue planificada, lo que las lleva muchas veces a tener serios problemas de liquidez. Esto ocurre incluso con empresas rentables (en un mercado financiero poco eficiente no es necesariamente cierto que la empresa rentable consiga el fondeo necesario).

Un sencillo análisis financiero nos permitiría prever y evitar los problemas de liquidez.  Para ello es indispensable realizar una correcta gestión del capital de trabajo, sobre todo en la planificación del crecimiento de la compañía.  Si esto es tan sencillo, ¿por qué seguimos encontrando empresas tropezando siempre con la misma piedra?  En mi opinión esto se debe a una serie de factores:

  1. Desconocimiento. Lamentablemente la educación en finanzas de la empresa es todavía bastante deficiente por lo que esto resulta complejo para mucha gente.
  2. Descoordinación. Es común que las decisiones operativas de crecimiento, cambio de condiciones comerciales, ya sean precio o plazos, sean tomadas por funcionarios que están lejos (y desconectados) de la función financiera.  Esto genera que las decisiones de la misma dirección de la empresa autogeneran los problemas de liquidez por no coordinarse con el responsable de la tesorería.
  3. Cultura. Es muy común ver que los directivos de las empresas no usan herramientas de gestión derivadas de la contabilidad.  Vemos con frecuencia empresas que no usan estados contables de manera mensual como parte de su proceso de control de gestión, e incluso aquellas que lo usan, suelen tener los estados de resultados, pero no los patrimoniales, que son los que muestran con claridad el problema de la liquidez.
  4. Planificación. Casi como un subproducto del punto anterior, el proceso de planeamiento de las empresas generalmente no incluye proyecciones de los estados patrimoniales; normalmente sólo consideran los gastos y las inversiones en activos fijos (normalmente de éstos no se olvidan), dejando de lado la gestión de las inversiones en activos operativos.

Por suerte, si bien el problema es grave y complejo, tenemos maneras de mitigar este riesgo, y son relativamente sencillas:

  1. Capacitación: Es indispensable que los empresarios se capaciten en la comprensión del funcionamiento financiero de la empresa.  Esto no es sólo para quienes manejan las finanzas de la empresa, sino para todos aquellos directivos que tomen decisiones operativas y estratégicas, ya que las mismas tienen un impacto directo en las finanzas y la liquidez.
  2. Coordinación: Es necesaria una coordinación interna en la toma de decisiones de la empresa.  No podemos tomar decisiones operativas o estratégicas sin analizar adecuadamente su impacto en la liquidez y la rentabilidad. 
  3. Contabilidad: Es importante integrar la información contable, tanto los estados de resultados como los estados patrimoniales, a la toma de decisiones mensual de la empresa.  La información que brindan es de inestimable ayuda para entender donde estamos parados, y, más fundamentalmente, hacia donde vamos.
  4. Planificación: Es crucial comenzar a planificar de manera completa, es decir con los estados contables completos.  Esto aplica tanto a los proyectos de inversión, como a las decisiones operativas o estratégicas, para poder estimar su impacto en la liquidez.

El objetivo de esta breve nota es el de poner el foco de atención en el riesgo de liquidez, su definición, sus determinantes y sus posibles mitigantes.  No agota el tema de ninguna manera, pero es un punto de inicio.  Para profundizar sobre este tema pueden ver el video “Gestionando el Riesgo de Liquidez” en el siguiente link: https://youtu.be/FEhjeVmGMmI


[1] La normativa contable, en un notable desprecio por los distintos ciclos financieros de los diferentes negocios, establece que un activo corriente se considera tal, si se va a convertir en liquidez en menos de un año.  En finanzas esta división contable es poco relevante, nos interesa mucho más la naturaleza del activo, y no tanto su conversión a caja.