Hace ya varios años que, junto con nuestro equipo en Upside Risks, estamos implementando modelos de Gestión de Riesgo en empresas de diferentes industrias; compañías grandes, medianas y pequeñas; industriales, de explotación de recursos naturales, o de servicios; privadas y estatales; nacionales y extranjeras; con o sin fines de lucro; etc.  Durante estos procesos, hemos tenido experiencias de lo más interesantes, hemos aprendido de los contratiempos y de las complejidades propias de cada organización.  Hubo una pregunta, sin embargo, que se presentó antes del inicio de todos los procesos.  ¿Cómo hacemos para que la gestión de nuestros riesgos no nos bloquee la empresa?  Es una pregunta interesante, y, seguramente, muy importante para quienes gestionan las organizaciones.  Para contestarla, voy a recurrir a un ejemplo de mi pasado.

En mi juventud, navegaba bastante por el Rio de la Plata y las costas argentina y uruguaya.  Vale la pena aclarar que en mi juventud no había GPS como hoy; se navegaba con cartas náuticas en las que la posición era, en el mejor de los casos, aproximada.  Resulta que en un determinado punto del Rio de la Plata exterior, había una piedra de color marrón oscuro que sobresalía poco por encima de la superficie del rio.  Entre el color, el oleaje, y que muchas veces se pasaba de noche, en nuestras navegaciones, especialmente con mal tiempo, elegíamos pasar muy lejos de la ubicación de la piedra para asegurarnos de “errarle”.  Un día, el gobierno decidió poner una boya iluminada que marcaba la posición de la piedra.  Por supuesto que, a partir de la colocación de la boya, nuestras navegaciones fueron más directas, más cortas y más rápidas, ya que no teníamos miedo de chocar contra la piedra.  Ese ejemplo me volvió a la mente inmediatamente en cuanto empezamos a trabajar en la gestión de los riesgos de las organizaciones.  Hacer gestión de riesgo es tener boyas o faros iluminando las piedras y peligros de nuestra navegación; es tener una linterna cuando caminamos en la oscuridad.  Las empresas que gestionan sus riesgos están en condiciones de andar más rápido que las que andan sin linterna en la oscuridad. 

Gestionar riesgos no quiere decir que no vamos a realizar actividades de riesgo, gestionar los riesgos quiere decir que vamos a identificar los posibles riesgos de la organización; después vamos a comprenderlos, monitorearlos, anticiparlos, diseñar estrategias de mitigación, y tener lo importante sobre la mesa.  Normalmente cuando ocurre un evento no deseado que nos afecta, o cuando aparece una oportunidad que no somos capaces de aprovechar por no estar preparados, solemos escuchar que alguien en la organización dice: “yo sabía que esto iba a pasar algún día…” o “yo me lo veía venir…”  Sin embargo, que alguien lo hubiera previsto, no fue suficiente: la empresa no estaba preparada.  Hacer una buena gestión de los riesgos implica que todas aquellas cosas que son potencialmente riesgos u oportunidades, que “tenemos en la cabeza”, se pongan sobre la mesa y se trabajen de manera proactiva.  Una empresa que gestiona sus riesgos, de hecho, puede hacer más negocios, y puede tomar más riesgos, dado que estarán controlados.  Una buena gestión de riesgos aumenta las probabilidades de que lo que esperábamos lograr, se logre, y, disminuye las probabilidades de que aparezcan sorpresas no deseadas inesperadas para las que no estamos preparados.  Si hubiera que definirlo con una frase sería anticipación a los problemas o a las oportunidades para estar preparado