Este artículo se publicó en la Revista Estrategas. Dejo el link a la publicación.

¿Qué hubiéramos hecho de manera diferente si nos hubieran avisado que nos íbamos a quedar encerrados en nuestras casas por 15 días? ¿O tal vez por 30 días… o…?  La repregunta podría ser, ¿si nos avisaban cuánto tiempo antes?  Porque de hecho nos enteramos algunas horas antes.  La pregunta se refiere más bien a qué hubiéramos hecho si nos enterábamos bastante tiempo antes, a mediados de febrero, por ejemplo.  Algunas de las respuestas obtenidas fueron: hubiera comprado una bici fija; hubiera cambiado el wifi; hubiera comprado una tele más grande o una consola de juegos; hubiera arreglado la heladera; me hubiera ido a una casa con jardín; me habría comprado varios libros; y todo tipo de respuestas que nos posicionarían mejor que en la situación actual.

Si hubiéramos podido pensar esto con más tiempo, algunas de las cosas que estamos viviendo hoy serían distintas, probablemente mejores.  ¿Por qué?  Simplemente porque hubiéramos planeado más eficientemente el tiempo de encierro que nos toca vivir.  Y, ¿por qué no lo hicimos? Si es tan evidente que podríamos estar transitando esta cuarentena de una manera mejor, es raro que no lo hayamos hecho.  La respuesta obvia es que, nadie estaba esperando la cuarentena.  Sin embargo, estamos aprendiendo que muchas veces, aunque veamos el riesgo, nos cuesta planear para enfrentarlo adecuadamente.

Salgamos ahora de la cuestión doméstica/familiar de cada uno, y pensemos en cómo una institución financiera internacional, un gobierno de un país, o la misma Organización Mundial de la Salud, podría haber tomado medidas en preparación para la pandemia.  En el artículo pasado ya discutimos que esto estaba en los mapas de riesgo, no fue un cisne negro; estaba ahí y simplemente nadie lo pudo ver o anticipar.[i]  Sorprende la poca preparación de todas las organizaciones internacionales y la mayoría de los gobiernos de los diferentes países, frente a esta crisis.  Vemos un nivel de improvisación alarmante respecto de una serie de cosas básicas: si se cierran las fronteras o no; si se deja volver a los ciudadanos y residentes y de qué manera; cómo se organizan las eventuales cuarentenas; si se aísla a toda la población, o si se la separa por diferentes niveles de riesgo; si se cierran los colegios; si se cierran las oficinas; definir quiénes pueden transitar y quienes no, y con qué tipo de permisos, y una larga serie de etcéteras.  Aún hoy seguimos discutiendo si usar barbijo y guantes mejora o empeora la situación, y hay tantas respuestas como expertos a los que les preguntemos.  En fin, vemos en todo el mundo, un alto nivel de improvisación que desnuda la falta de previsión, de planificación, y de capacidad de gestión de la crisis.

Muchos países decidieron copiar lo que hizo el gobierno de China, bajo el argumento de que a ellos les funcionó.  Hay que tener en cuenta, sin embargo, que hay una serie de diferencias importantes entre China y el resto de los países.  Cito algunos ejemplos simplemente a modo indicativo: la población china tiene una cultura de obediencia muy distinta a la de muchas culturas occidentales; la forma de gobierno china es mucho más autoritaria que una democracia; la economía de China es muy diferente a muchas de las economías occidentales; y además, no sabemos muy bien lo que ocurrió en China, ya que los datos que se conocen respecto de esta pandemia, parecieran ser poco confiables.  Es decir, es muy difícil replicar planes que funcionaron en un país como China, esperando los mismos resultados en países muy diferentes.  Siguiendo con este razonamiento, podemos pensar en otro tipo de heterogeneidades entre los mismos países occidentales donde vemos grandes diferencias en la eficiencia del sistema de salud, el grado de urbanización, la eficiencia de la cadena logística, y la estructura de la pirámide poblacional entre otras.  Parecería que una vez que llegó la crisis, se vieron obligados a buscar una solución de urgencia.

Es interesante comentar que Corea de Sur, hizo, a mediados de diciembre de 2019, un simulacro para ver qué pasaría si una familia coreana, que volviera de un viaje por China, infectada con un virus respiratorio muy contagioso, comenzara a diseminar la enfermedad por el país.  No debería entonces llamar la atención, que Corea del Sur sea uno de los países que mejor resultado tuvo en la contención de la pandemia.  Esto no implica copiar el accionar del gobierno coreano cuando se desató el contagio, sino lo que hizo antes de todo este evento: planificar para el caso de que se declare una pandemia.  La respuesta de Corea a la crisis tal vez no sea extrapolable a cualquier país, lo que sí es extrapolable, es su planificación anticipada.

Seguramente, de haberlo sabido antes, hubiéramos podido pensar con mayor claridad en un plan que no nos pusiera en la dicotomía entre salvar vidas humanas o la economía, un plan respecto de cómo y a quienes testear por eventual contagio, en qué situaciones, con qué elementos, en qué instituciones, etc.  Hubiéramos podido pensar antes en cómo acceder a una mayor capacidad de testeo, a tener rápidamente más barbijos, a poder generar más camas de terapia, respiradores, o personal calificado, en caso de que la pandemia se declarara.   Pero una vez que comenzó, ya no era posible planificar, simplemente había que ejecutar algo que será indefectiblemente caro y menos efectivo.

El problema, en realidad viene de más atrás.  No gestionamos adecuadamente ni los riesgos ni las crisis.  Reaccionamos una vez que la crisis ya fue declarada, por lo que trabajamos siempre en la urgencia y sin planificación: el resultado está hoy a la vista.  Si no nos ocupamos ex ante, mediante una adecuada gestión de los riesgos, nos pasa lo que estamos viviendo con el COVID-19.  Esto es muy notorio dada la extrema gravedad de la situación, pero pensemos por un momento ¿cuántas de estas crisis mal manejadas por falta de gestión hemos vivido en nuestras empresas o a nivel personal?  ¿Cómo las podríamos haber transitado mejor?  Deberíamos reflexionar respecto de qué decisiones de planeamiento estar generando, para que la próxima crisis, ya sea grande o pequeña, no nos agarre mal preparados.

Aprendamos, con esta crisis, aprovechémosla, que nos sirva para que no volvamos a decir “si me hubieran avisado…” ¡Gestionemos los riesgos y sus crisis, planeando anticipadamente!


[i] El artículo al que me refiero es: “De Verdad vamos a seguir ignorando la Gestión de Riesgo?”