Este artículo se va a publicar en el número 188 de la Revista Estrategas

En algún momento este encierro va a terminar, no vamos a estar encerrados de por vida… la pregunta es, si la crisis va a terminar.  Es decir, ¿terminará esta crisis, solamente para que empiece una nueva?  Al salir de nuestras cuarentenas, ¿nos encontraremos con un mundo totalmente diferente al que conocemos? ¿un mundo diferente al que esperábamos?  ¿seremos capaces de operar en ese mundo? Se habla mucho del “new normal”, o “nuevo normal”, ¿cómo será esta nueva normalidad?

Vale la pena dedicarle unos minutos a entender cómo llegamos hasta acá, para ver hacia dónde vamos.  Casi de un día para otro, nos encontramos encerrados en nuestras casas, o donde fuera que nos agarró ese viernes 20 de marzo a las 00:00hs.  Hubo señales los días previos, pero elegimos no creerlo; elegimos mirar para otro lado y pensar que no iba a pasar.  Pero pasó. Nos dejaron encerrados, y a la fecha de escribir este artículo, seguimos prácticamente en la misma situación.  Si nos hubieran avisado con tiempo, y asumiendo que lo hubiéramos creído, probablemente hubiéramos tomado una serie de decisiones diferentes: respecto de nuestras vidas personales, familiares, y profesionales.  Nos hubiéramos equipado y preparado distinto, y hoy estaríamos seguramente en una situación mejor.  Cada uno sabrá que cosas le hubiera gustado hacer.

El objetivo de este artículo, es el de prepararnos para cuando volvamos a la normalidad… ¡Error! Hasta este momento no hay certezas respecto de cómo va a ser, la futura normalidad.  Tampoco sabemos cuál será el camino que nos lleve a ella.  Podríamos encontrar una situación con algunas diferencias sustanciales respecto a la que dejamos hace unos meses, pero no lo sabemos.  Por eso los invito a prepararnos para una posible nueva normalidad que nos espera, así cuando estemos inmersos en ella, tal vez no tengamos que decir, “que lástima que no nos preparamos”.

Los invito a hacer un esfuerzo e intentar predecir hacia qué futuro nos encaminamos; a tratar de anticipar cómo va a ser el mundo que nos espera.  Obviamente pronosticar el futuro es muy complicado, pero vayamos por partes.  No pretendo abarcar todas las posibles situaciones en este breve artículo, por lo que me voy a centrar en unas pocas situaciones que deberían servir de disparadores para que cada uno pueda pensar sus propias ideas.

Empecemos pensando en los hábitos personales, que se van a traducir en hábitos sociales y profesionales o laborales.  ¿Cómo será la gente que emerja de las casas post cuarentena?  Hace poco vi una encuesta en redes sociales, (por supuesto sin ninguna base estadística sólida por lo que esto simplemente califica como una anécdota), que preguntaba si querrían que el presidente anuncie una extensión de la cuarentena o el levantamiento de la misma.  El resultado era que el 82% de la gente quería seguir en cuarentena.  Habiendo dicho que no había ningún rigor estadístico y que no se puede sacar ninguna conclusión cuantitativa de la “anécdota”, sí se podría inferir que hay una parte de la población que tiene miedo.  Miedo de salir y contagiarse, o contagiar.  Hay mucha gente que está muy aprensiva con los temas relacionados con la salud.  Esto debería generar algún cambio de hábitos que probablemente conlleve otros cambios.  ¿Aumentará el consumo de determinados productos de limpieza y desinfección? ¿Volverá la gente a aceptar actividades que implican un gran acercamiento físico?  ¿Qué va a pasar cuando alguien tosa o tenga fiebre?  ¿Veremos gente más aprensiva? 

Tratemos de imaginar el impacto en las personas trabajando en nuestra empresa.  ¿Seremos capaces de manejar este nuevo escenario? ¿La gente aceptará volver a trabajar en oficinas codo a codo con sus compañeros de trabajo después de haber viajado (ellos o sus colegas) hacinados en transporte público? O, tal vez nos pidan mayor espacio, o seguir haciendo home office.  La pregunta es si la organización estará preparada para adaptarse.  ¿Habrá más oportunidades para las empresas que se reconviertan a empresas descentralizadas y permitan equipos de trabajo remotos?

Deberíamos también pensar en el impacto en el mercado de real estate. Si el trabajo remoto crece y se consolida, deberían cambiar los requerimientos de vivienda; aparecería una demanda para propiedades con más espacio que permita consolidar vivienda y “oficina”, y en la que probablemente la distancia al centro de la ciudad sea menos importante.  Deberíamos ver un cambio en los requerimientos de comunicaciones, con acceso a internet más rápido y confiable.  La necesidad de equipamiento cambiaría; más gente necesitaría tener acceso remoto y confiable a la información de la oficina, y la ciberseguridad pasaría a tener una importancia aún mayor.  Adicionalmente, la localización geográfica dejaría de ser un factor preponderante para contratar algunos empleados y colaboradores: dependerá más del tipo de tarea a desarrollar y el talento que se necesite contratar. 

Durante este período, fuimos testigos de un cambio en los hábitos de compra.  Una gran cantidad de artículos que los consumidores iban a comprar a un local comercial, ahora llegan por medio de un delivery.  En unas pocas semanas, la logística sufrió una profunda reconversión en todos los niveles.  El famoso problema de la “última milla”, que era como el paradigma de lo difícil que era el delivery residencial, parecería haberse resuelto: hoy la gente está recibiendo en su domicilio una cantidad de cosas inimaginables hasta hace unas pocas semanas, incluso en el inicio mismo de la cuarentena.  ¿Se mantendrá esta tendencia?  En ese caso es muy probable que la intermediación entre el productor y el consumidor, sea distinta. Durante la pandemia, vemos como caen varios de los paradigmas respecto de los hábitos de compra.  ¿Será permanente o temporario?  ¿El nuevo normal será como antes de la pandemia?  El negocio de la logística debería estar pensando muy seriamente en las implicancias de lo que estamos vivenciando en estas semanas…  A esto debemos agregarle que muchas empresas están pensando reemplazar parte de sus proveedores off shore por proveedores locales, para reducir sus riesgos de interrupción de supply chain.  Esto cambiaría el tipo de flete que las empresas demandarían, al menos en alguna parte de su negocio.

Otro aspecto interesante es tratar de entender que va a pasar con la globalización; esta pandemia parecería haberla puesto en discusión.  Por un lado, tenemos el análisis del tipo “culpa de la globalización, este virus originado en un rincón del mundo se expandió”; pero por el otro, tenemos que, dados los renovados hábitos de comunicación y trabajo, tener un cliente a pocas cuadras de donde estamos o del otro lado del mundo, no nos hace mayor diferencia.  Esto refuerza la idea de que las empresas van a tener una mayor posibilidad de trabajar e interactuar con contrapartes en cualquier lugar del planeta.  Quedarán barreras, culturales, regulatorias, comerciales, pero la cuestión geográfica tendrá una menor importancia.  Es decir, parecería que bajo algunos aspectos la globalización se ve amenazada, pero bajo otros se ve potenciada.  ¿La industria de los viajes aéreos, ya sea por turismo o por negocios, volverá a ser la misma alguna vez?  ¿La gente aceptará sentarse a centímetros de otras personas encerradas en un espacio chico con aire que se recicla durante una cantidad de horas?  Tal vez sea necesario reformular los interiores de los aviones, cambiando las capacidades, los filtros de aire, etc.  Esto tendría un impacto en la cantidad de pasajeros, y los costos operativos.  Las aerolíneas ya anticiparon que eso no sería posible.  La ocupación hotelera podría verse afectada…  ¿Y los viajes de trabajo?  ¿La cantidad de viajeros por motivos laborales volverá a ser la que fue, o muchos de los viajes se reemplazarán por reuniones virtuales?

Los liderazgos políticos van a ser puestos en jaque.  Parecería que una parte importante de la población está pidiendo líderes fuertes que tengan mucha presencia en la toma de decisiones, pero por el otro lado, también se percibe una creciente demanda de libertad en la toma de decisiones por otra parte de la población.  Parecería que la famosa “grieta” (y no hablo de la local sino a nivel mundial) se reedita y aparecen quienes piden una mayor libertad de decidir sobre nuestras acciones, y quienes piden liderazgos políticos más fuertes y con mayores decisiones sobre la población (hace poco leí un muy buen artículo de Harari al respecto).[i]  ¿Se rediseñarán los liderazgos políticos tal cómo los conocimos?  ¿Vamos hacia una sociedad con más polarización?

Por último, no quiero dejar de mencionar los aspectos macroeconómicos del impacto que esta crisis tendrá en el mundo.  Hay un cierto consenso respecto a que es probable que el mundo se encamine a una recesión, la duda es si será una recesión larga o corta.  Empiezan a aparecer las letras V, U, W, L, etcétera, como formas (respecto de cómo se saldrá) de la misma.  ¿Será homogéneo en todo el mundo?  Probablemente no.  El impacto de la emisión monetaria necesaria para salir de la crisis, es muy distinta en economías fuertes que en economías debilitadas.  La capacidad de resiliencia de las organizaciones no es homogénea en los diferentes países, y el tejido social y empresario de cada país es completamente diferente.

Respecto de la macroeconomía en Argentina, tenemos que ser conscientes que el gobierno va a seguir necesitando financiar un fuerte gasto público, y por el momento la única manera que parecería tener es la de seguir emitiendo pesos.  Es decir, no nos deberíamos sorprender por los efectos de esa emisión en la macro.  Tanto en el plano de las finanzas personales, como en las finanzas y negocios de nuestras empresas, deberíamos ser conscientes de las implicancias de estas medidas, y prepararnos para ellas. 

Resumiendo, deberíamos buscar comprender de la mejor manera posible, cuál será el escenario futuro y su efecto en nuestro negocio.  Intentar comprender el impacto de las nuevas normativas, de los comportamientos de la sociedad y los consumidores, y de qué manera van a afectar nuestro negocio.  Deberíamos intentar ser capaces de identificar cómo será ese nuevo normal en el que nos encontraremos en un tiempo, y prepararnos para eso.  Exactamente tal cómo deberíamos haber hecho si hubiéramos pensado que nos íbamos a quedar encerrados en nuestras casas por unas cuantas semanas.  Anticiparnos y prepararnos.  De esa manera, tendremos una mejor posibilidad de aprovechar las eventuales oportunidades que se pudieran generar, y de defendernos de las eventuales amenazas que pudieran aparecer.


[i] Yuval Noah Harari – The World after Coronavirus